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Normalizando lo impensable

Posted by on 26 June, 2015

Normalizando-lo-Impensabl1

Compartimos este texto -cmpleto en .pdf -, del año 2015, que consideramos muy serio e interesante. Los opositores a los experimentos con animales debemos estar bien informados. Por favor comparta este texto con sus compañerxs.

SHAC Argentina

Resumen y conclusiones

1. El abuso, deliberado y rutinario- que involucra daño, dolor, sufrimiento, encierro estresante, manipulación, comercio y muerte-a animales sintientes debería ser impensable. Aún así, la experimentación animal es solo eso: ‘la normalización de lo impensable’ (Peattie, 1984). Se estima que 115.3 millones de animales son usados por año en experimentos alrededor del mundo (2.5–2.8). En términos de daño, dolor, sufrimiento, y muerte, esto constituye uno de los mayores problemas morales de nuestro tiempo.

2. La normalización opera en tiempos donde es conocido el extenso rango de como los animales pueden ser dañados. El problema de la complejidad de la consciencia animal, especialmente, de la sintiencia animal (definida como la capacidad de experimentar dolor y placer), no puede ser ignorado. A diferencia de nuestros antepasados, ahora sabemos, tanto como podemos razonablemente saber sobre los humanos, que los animales (notablemente mamíferos, aves, y reptiles) experimentan no solo dolor sino también shock, miedo, anticipación, trauma, ansiedad, estrés, angustia y terror en menor o mayor medida que los humanos. Esta es la conclusión obtenida en libros e informes científicos en revistas revisadas por expertos (3.5–3.7).

3. Esta normalización es afianzada con demasiada confianza en la experimentación animal como técnica científica. Este actual debate ha dado ímpetu a las nuevas criticas científicas, especialmente en relación a la falta de fiabilidad en los experimentos animales (4.2–4.7); la imprevisibilidad de ambientes de laboratorio (4.8–4.10); esta discordancia entre enfermedad humana y ‘modelos animales’ de enfermedad (4.11–4.13); diferencias interespecie respecto a fisiología y función genética (4.14–4.22); y el desarrollo de pruebas basados en humanos mas proféticas (4.23–4.28). El resultado es que ya no es necesariamente correcto o razonable (si alguna vez lo fue) decir que la única opción moral es entre experimentar en animales o renunciar a cualquier progreso científico (4.29).

4. Esta normalización se sostiene en la idea desacreditada que los animales son solo herramientas para uso humano, medios para fines humanos, ítems fungibles, y comodidades que pueden ser tratadas y descartadas como los humanos consideren apropiado.

Durante los últimos 40 años, ha habido considerable crecimiento de trabajo intelectual en el status ético de los animales. Este nuevo trabajo ha desafiado la idea de que (i) los humanos siempre deberían tener prioridad absoluta en nuestra consideración moral (antropocentrismo moral) (5.4–5.10); (ii) los animales existen para los seres humanos, para servir a sus intereses y deseos (instrumentalismo) (5.11–5.20); y (iii) los humanos deberían distinguirse y separarse de otros animales en términos binarios de ‘ellos’ y ‘nosotros’ (dualismo) , en el que los animales son inevitablemente denigrados (5.21–5.28).

5. Esta normalización es desafiada por nuevos pensamientos morales que se centran en tres posiciones: (i) los individuos animales tienen valor en sí mismos. Criaturas sintientes (criaturas capaces de placer y dolor) no son solo cosas, objetos, maquinas o herramientas; tienen sus propias vidas internas que merecen respeto. Este punto de vista se extiende a todos los sintientes, como individuos y no solo colectividades o como parte de una comunidad (ii) Dada la concesión de la sintiencia, no puede haber argumentos racionales para excluir a los individuos animales de las mismas consideraciones morales básicas que extendemos a individuos humanos. Y (iii) se deduce que causar daño a individuos sintientes (excepto, cuando es por su propio bien-por ejemplo, una operación veterinaria), si no absolutamente errónea, mínimamente requiere fuerte justificaciones morales. De hecho, algunos argumentan que dichos acto de dañar inocentes (ej.: moralmente libres de culpa) sintientes está absolutamente mal (5.29).

6. Esta normalización es desmentida por factores racionales que deberían elevar a los animales como sujetos de solicitud moral especial:

i. los animales no pueden dar o negar su consentimiento (5.31–5.45).

ii. No pueden representar o vocalizar sus propios intereses (5.46–5.47).

iii. No pueden entender o racionalizar su sufrimiento (5.48–5.52).

iv. Son moralmente inocentes o sin culpa (5.53–5.54).

v. Son vulnerables y relativamente sin defensas (5.55–5.57).

Estas consideraciones hacen que sea especialmente difícil justificar dañar a los animales (como dañar a infantes humanos).

7. Esta normalización se sostiene en argumentos morales defectuosos. Tenemos que examinar tres informes autorizados:

i. El Comité de Procedimientos en Animales del Gobierno de RU (APC) (2003) argumenta que incluso si infligir sufrimiento está ‘intrínsecamente’ mal, puede que no sea un mal ‘absoluto’ si puede demostrarse como el menor de dos males de los que tenemos que escoger’ (6.3–6.15). Pero ese argumento supone qué es lo que tiene necesidad de justificación-específicamente, que hay una elección inmediata o directa a hacer, algo que el APC (en otra parte) reconoce es extremadamente raro: ‘en la experimentación animal rara vez, si alguna, se nos presenta la situación cruda en que tenemos que salvar la vida de un niño matando a un animal’ (6.9).

ii. El Comité Selecto de la Cámara de los Lores (2002) argumenta, entre otras cosas, que los humanos son ‘únicos’ y que, ‘por tanto’, pueden utilizar animales en experimentos. Pero esto no es lógico. Lo que debe ser demostrado es como los humanos son únicos y como eso justifica un tratamiento moral inferior de los animales (6.17–6.39).

iii. El Comité Weatherall (2006) argumenta, entre otras cosas, que estamos justificados a experimentar en animales porque, en el caso del hospital incendiado, ‘intuitivamente’ escogeríamos salvar pacientes humanos. Pero la conclusión no tiene sentido. Lo que implica (si los resultados se creen) es que los humanos responderían en esa situación específica de esa manera. El escenario es, por definición, una situación crítica limitante, en la cual, uno debe tomar una decisión directa. Pero filosofar desde esa situación- en la que la mayoría de las personas quizás escogerían un ser humano- que existe un supuesto deber de escoger humanos en una gran variedad de situaciones normativas, donde no hay elección directa a realizar, es lógicamente falaz (6.40–6.49).

8. Esta normalización es reforzada por la institucionalización masiva de la experimentación animal (i) legislación (7.6–7.7); (ii) institucional y pensamiento establecido (7.8–7.11); (iii) financiamiento público y privado (7.12–7.13); (iv) la parcialidad de los medios (7.14–7.15); y (iv) el lenguaje de la experimentación, el cual oscurece, justifica, exonera y minimiza lo que pasa en realidad en los laboratorios (7.16–7.35). El resultado de estos factores es, entre otros, un estancamiento moral y una resistencia al cambio. No podemos evitar la conclusión de que la experimentación animal representa la institucionalización de una percepción sobre los animales previa a la ética.

9. Esta normalización es aumentada por una variedad de regulaciones y controles, lo cual, en realidad, hace poco para proteger a los animales y, de hecho, a menudo hace lo reverso. Hemos visto cómo la inspección es deficiente (8.2–8.12), como la concesión de licencias crea un falso sentido de legitimidad (8.13–8.23), cómo la regulación auto-supervisadas en la UE es inadecuada (8.24–8.35), cómo las Tres Rs no están reforzadas (8.36–8.43), y cómo los Comités de Cuidado y Ética no brindan una evaluación rigurosa de propuestas desde la perspectiva ética y son defectuosas, fundamentalmente, al no abarcar los problemas éticos básicos (8.44–8.55). Las Tres Rs, endorsadas por la UE y a las que se le ceden palabras en los gobiernos (y las cual podrían haber brindado algún ímpetu al cambio) están, en práctica, con financiación masivamente insuficiente, de modo que las alternativas son las Cenicientas de la investigación científica. Incluso donde existen controles, los encontramos ‘hambrientas’ (8.56). Esto está confirmado por la evidencia perturbadora brindada por las investigaciones en cubierto (9.1–9.46).

10. Esta normalización está justificada por la afirmación a menudo repetida de que el interese humano requiere de dichos experimentos, pero debe ser cuestionado si los humanos incluso se benefician del abuso de los animales. Los humanos pueden ser dañados, por ejemplo, por la desensibilización, la perdida de empatía, habituación, y negación. Ahora sabemos que hay una fuerte conexión entre el abuso animal y la violencia hacia los seres humanos (3.7–3.9). También, la nueva evidencia científica debe hacernos desafiar las afirmaciones del utilitarismo, debido a que ahora sabemos que muchos experimentos han brindado resultados engañosos o erróneos (4.1–4.29). Adicionalmente, la misma lógica que justificaría la experimentación animal también justificaría la práctica en humanos, y por supuesto, entre otras cosas, los prisioneros de guerra, gente de color, gente judía, y niños han sido sujetos a experimentos (5.34–5.45; 6.27–6.29; 6.34–6.39).

11 Esta normalización de lo impensable necesita ser des-normalizado y des-institucionalizado. Técnicas de investigación éticas deben ser completamente institucionalizadas, y debería haber un cambio masivo urgente del financiamiento a técnicas de reemplazo sin animales.

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